martes, 30 de noviembre de 2021

Las simas de la Casa del Herrero (Cortes - Dos Aguas)

Justo en el límite entre Cortes de Pallás y Dos Aguas se extiende uno de los parajes más agrestes y remotos de esta zona. Justo al norte del Júcar, entre el relieve tabular de la muela del Oro y el cañón del río encontramos una alineación de materiales triásicos que constituyen la terminación oriental del diapiro de Cortes de Pallás. Precisamente estos materiales y su contenido en arcillas impermeables son la razón de que justamente en esta zona se encuentre el vertedero de Matrona, donde acaba la mayoría de los residuos urbanos generados en el área metropolitana de Valencia. A su vez, esta infraestructura toma su nombre del pico Matrona, que no es más que un punto elevado en la cresta continua formada por los bloques mesozoicos fracturados, hundidos y basculados desde su posición original en el margen norte de la Muela de Cortes. Esta cresta se extiende de forma casi continua desde los pies de Matrona, justamente donde se ubica la cerrada de la presa del Naranjero, hasta el antiguo salto de rambla seca, donde el diapiro corta el cañón del Júcar propiciando el encajamiento de la rambla de los Gallegos. Entre ambos puntos se encuentra el pico Salinas, al igual que Matrona simplemente un punto elevado de esta cresta. Precisamente esta cresta protegió los materiales más deleznables que constituyen el propio diapiro y el relleno de la cuenca perimetral norte del mismo de la erosión. O al menos lo hizo hasta que a favor de algunos puntos de debilidad en esta cresta los barrancos la atravesaron y comenzaron a encajarse aguas arriba por medio de la erosión remontante. Esta es la razón de lo abarrancado del terreno, de que no existan apenas caminos y de que los pocos cultivos existentes sean de poca extensión, ganados duramente a base de abancalar las empinadas laderas.

Vista hacia el este desde la Era del Herrero. En primer término, el mojón de Cortes,que señala el límite entre términos municipales. Al fondo la sierra del Ave, y a la derecha el cañón del Júcar y la Muela de Cortes.

Al igual que ocurre con las carreteras actuales, los caminos principales tradicionales se extendían siguiendo la propia alineación del diapiro, de dirección aproximada NE-SW, y a lo largo de ellos se extendían las principales referencias topográficas que aún pueden consultarse en los mapas: corral del Hornero, Guartipol, era del Herrero, casa de la Era, casa de la Salina...estos nombres hacen referencia a los usos del territorio o a sus propietarios (casa de la Leonor, de Agustina...) y en algunos casos son tan sonoros como Umbría del Castrador. Como me dijo mi padre una vez, hubo un tiempo en que cada piedra tenía nombre, aunque ya no quede casi nadie que lo recuerde. En otros casos los nombres son evidentes: pico Salinas y retorno de la Salina hacen referencia a una salina que todavía existe entre Salinas y Matrona donde se explotaba la sal procedente del Keuper. No deja de ser sorprendente la forma en que los antiguos nombres, totalmente desprovistos de contexto, se aferran a la cartografía.

Ortoimagen del área con indicación de las principales referencias toponímicas citadas en el texto. El norte está arriba.

Planimetría histórica de 1905 del área estudiada. Se refleja el trazado de los caminos existentes en la época. El círculo rojo indica la ubicación de la Era del Herrero. Fuente: IGN.

Hoy en día todavía puede recorrerse parte de uno de los caminos tradicionales que conducían desde El Oro hasta Dos Aguas por esta zona, aunque en algún punto está casi perdido. El año pasado seguí este camino para subir por primera vez al pico Salinas, donde nunca había estado (y no sé si volveré, ya que hay que trepar y destrepar atravesando zonas con bastante arbusto de ese que se defiende con espinas). Desde luego, el ascenso vale la pena por las espectaculares vistas del cañón del Júcar.

Vista hacia el sur desde el pico Salinas. El meandro está exagerado por la realización de la fotografía panorámica.

La vista hacia el este nos permite ver alguno de los elementos mencionados anteriormente: el vertedero de Dos Aguas al pie de Matrona y las salinas del Retorno de la Salina, en la desembocadura del barranco que atraviesa el Keuper de donde procede la sal. También puede apreciarse el espectacular cambio de buzamiento de las capas cretácicas provocado por el arrastre de los materiales diapíricos triásicos:

Vista hacia el este desde el pico Salinas. Prominente sobre el río destaca el pico Matrona, y a la izquierda, en el horizonte, el vertedero de Dos Aguas. Abajo en el centro se distinguen la salina por su color blanco. He remarcado con una línea blanca las capas del Cretácico superior para mostrar la curvatura formada por el arrastre de la intrusión del diapiro. El barranco se ha formado en los materiales del Keuper que afloran en esta estructura.

Pero no fueron estas vistas, por espectaculares que fuesen, las que atrajeron mi atención. Cuando me giré para mirar hacia el norte, hacia la umbría del Castrador, a los pies de la cresta de Salinas, vi algo sorprendente en la loma al otro lado de la vaguada, en la zona conocida como Era del Herrero. Curiosamente, en los mapas también aparece el topónimo Mojón de Cortes, en una visión claramente Dos-Aguas-céntrica, ya que por aquí pasa el límite de término entre este municipio y Cortes de Pallás. Al observar la loma con los prismáticos parecía bastante claro que estaba surcada por un conjunto de fracturas que dividían los materiales dolomíticos del Muschelkalk que la constituyen. 

Vista hacia el norte desde el pico Salinas. Al otro lado del collado de la Umbría del Castrador, sobre el camino, se observa una red de fracturas en el macizo de la Era del Herrero.

Durante el descenso, tomé alguna fotografía más próxima que confirmó que, efectivamente, una red de fracturas corta todo el macizo en su cara sureste. Estas grietas parecían tener unas dimensiones importantes, aunque la vegetación que crece en su interior dificulta su observación. Lamentablemente, agosto no es el mejor momento para alargar una mañana de campo en este terreno sin sombras, de modo que el misterio estaba planteado y no quedaba más remedio que afrontarlo en otro momento. Pero las preguntas estaban claras: ¿Cuál es la verdadera naturaleza y dimensiones de esta red de fracturas? ¿Por qué se han formado en este lugar? ¿Qué relación guardan con la geología de la zona?

Vista desde la Umbría del Castrador. He marcado en rojo las fracturas para hacer más evidente su trazado.

Lo primero fue tratar de identificar en las ortoimágenes disponibles este sistema de fracturas, para poder apreciar su verdadera dimensión. En la ortofoto del vuelo del PNOA de 2018 se aprecia perfectamente la red de grietas. La que he señalado en la imagen con una flecha supera los 100 m de longitud, aunque contando su prolongación hacia el noreste está cerca de los 250 m. También podemos ver como son, en general, aproximadamente paralelas siguiendo un rumbo NE, aunque algunas de ellas están formadas por segmentos que cambian de dirección siguiendo un patrón en zig-zag. 

Ortoimagen del área de la Era del Herrero. La flecha señala la fractura de mayores dimensiones, que supera los 100 m de longitud. Fuente: PNOA-IGN.

Las relaciones geométricas observadas sugieren un mecanismo geológico. Un vistazo al mapa geológico nos permite identificar los materiales implicados, que son viejos conocidos. En este punto, al igual que en el Guartipol, una lámina de dolomías del Muschelkalk cabalga sobre una serie del Triásico superior, principalmente  las arcillas y yesos de la formación Jarafuel (K1), aunque dependiendo del punto el contacto se produce sobre otras formaciones del Keuper.

Vista desde el oeste de la Era del Herrero. La línea blanca señala el contacto entre las dolomías en facies Muschelkalk y las arcillas y yesos de la formación Jarafuel.  
La imagen anterior nos aporta una importante pista: como podemos ver, la pendiente del terreno apunta al sureste, hacia el barranco que corta precisamente entre los materiales cretácicos de la cresta de Matrona-Salinas y el Triásico del diapiro de Cortes.  Como hemos visto, la proximidad del Júcar y el bajo nivel de base que impone hace que la red fluvial incida profundamente en los relativamente blandos materiales del Keuper, lo que resulta en fuertes pendientes y desniveles. Y esta es una clave definitiva para explicar el fenómeno de la red de fracturas. Es hora de pisar el terreno.

Dolomías plegadas y verticalizadas en el margen sur del macizo de la Era del Herrero 

Actualmente no hay ningún sendero que nos permita llegar fácilmente al lugar. Desde el camino que lleva a Matrona hay que subir campo traviesa para alcanzar el mojón de Cortes. Y cuando llegamos, desde luego no decepciona. Todo, absolutamente todo el macizo del Mojón de Cortes está surcado por una red de fracturas a todas las escalas, desde grietas centimétricas a otras con anchuras de varios metros. Algunas son incipientes, sin apenas llegar a manifestarse en superficie en las dolomías, aunque intuyéndose en la deformación de las mismas. Algunas tienen profundidades considerables y en algún caso constituyen verdaderas simas, con una entrada estrecha que no permite dilucidar la profundidad. Cuando las dimensiones lo permiten, están colonizadas por vegetación arbustiva, e incluso por árboles en el caso de las mayores. En todos los casos es evidente que no existe desplazamiento vertical significativo entre los bloques separados por las fracturas, por lo que se trata de diaclasas (por contraposición al concepto de falla, en el que sí existe desplazamiento en el plano de la fractura). La separación horizontal aumenta progresivamente desde el punto de inicio de cada grieta, siendo máxima en general en su sector central. La intersección entre las diaclasas y los planos de estratificación rompe las dolomías en bloques que cubren la ladera. Las fotografías no hacen justicia a la realidad. Veamos algunos ejemplos.

Comenzamos con tres ejemplos de fracturas típicas. Pueden observarse algunos bloques de gran tamaño que han quedado individualizados y reposan en el interior de la fractura. 

Fractura de grandes dimensiones. Se aprecia el trazado anguloso de la grieta 

Otra fractura de varios metros de ancho con varios bloques de dolomías en su interior. Al fondo la umbría del Castrador y el pico Salinas

Una diaclasa que se cierra en primer término

Aquí podemos ver uno de los cambios de dirección que observamos en las ortoimágenes:

Un quiebro muy pronunciado en una fractura de escasa anchura

Veamos ahora algunas de las fracturas más desarrolladas.

Una de las fracturas de mayor profundidad, en la que parece apreciarse algo de desplazamiento vertical entre los márgenes

Y otra más, con abundante vegetación en su interior
 
Otras grietas tan solo se evidencian en superficie por un estrecho acceso. En un caso había un código que puede corresponder con algún catálogo. Quizá algún espeleólogo pueda orientarnos.

Acceso a una de las simas

Y otra más

Código que parece identificar una de las simas

Como indiqué al principio, podemos encontrar grietas en varios estadios de formación: desde las muy desarrolladas y colonizadas por vegetación de cierto porte hasta aquellas de aparición más reciente. Tanto es así que hay que caminar con cuidado de no meter el pie en una fractura encubierta por derrubios superficiales.

Grieta incipiente


Las flechas indican una alineación a lo largo de la cual es perceptible una deformación del terreno que evidencia una grieta que apenas ha roto en superficie

Es evidente que algo está ocurriendo a gran escala en esta montaña. El sistema de diaclasas que hemos descrito es el resultado de los esfuerzos a los que las rocas se encuentran sometidos, un campo de tensiones que se manifiesta en varias escalas. En esto consiste la naturaleza fractal de la geología y es la razón por la que es necesario poner una escala en las fotografías: las diaclasas son autosemejantes y podemos ver una montaña en una sola grieta. En esta imagen podemos ver las dolomías rotas y dividas en bloques centimétricos por fracturas en zig-zag que se alinean según una dirección principal, al igual que ocurre a escala mayor cuando observamos el macizo completo.


Las pequeñas grietas que individualizan pequeños bloques angulosos reproducen a escala la red de fracturas mayores

Pero, ¿cuál es la causa que genera este campo de tensiones? Todo apunta a que el macizo está sometido a un contexto extensional, es decir, que las rocas están siendo estiradas y por tanto se fracturan de forma preferente siguiendo una dirección perpendicular al esfuerzo principal.  ¿Y qué esfuerzo es ese? Pues no es otro que la gravedad... La ladera presenta una fuerte pendiente hacia el sureste, hacia el barranco que desciende desde la Umbría del Castrador hacia el Retorno de la Salina y el Júcar. 

Vista oblicua desde el este que muestra la relación entre las grietas y la línea de máxima pendiente (flecha) aproximadamente perpendiculares entre sí

Aunque la pendiente no es el único factor. En este caso es fundamental  que las dolomías reposen sobre los yesos y arcillas del Keuper. Los lectores más veteranos recordarán que esto es algo que ya vimos en el caso de las simas de Partagat, en la sierra de Aitana (Alicante). Una propiedad importante es que las arcillas y yesos son rocas que se deforman plásticamente, especialmente cuando se saturan de agua. Y aquí es donde entra en juego la extensión. El barranco se ha encajado generando un desnivel que hace que la capa superior de dolomías rígidas no esté limitada en su movimiento. Las arcillas y yesos plásticos se deforman como plastilina  y se extienden a favor de la pendiente. Sin embargo, la calizas rígidas no se deforman de la misma manera y se rompen de forma frágil, dividiéndose en bloques que se deslizan sobre las margas pendiente abajo. Recuperemos el siguiente croquis:


De hecho, los materiales plásticos siguen poseyendo cierta rigidez que hace que también en ellos estén afectados por fracturas, como se puede ver en el propio camino, que discurre sobre la formación Jarafuel.

Grieta propagándose sobre las arcillas, yesos y margas de la formación Jarafuel

Así pues, el sistema de diaclasas de la Casa del Herrero es el resultado de una combinación de tres factores:
  • La composición del macizo por dos capas de materiales de propiedades mecánicas distintas.
  • La existencia de fuertes pendientes en el terreno, como consecuencia del bajo nivel de base impuesto por el Júcar y, a consecuencia de esto...
  • ...del encajamiento del barranco que ha liberado el flanco sureste del macizo. 
Y eso explica que no haya muchos ejemplos en la zona, al requerirse esta combinación favorable de circunstancias.

Como última curiosidad, llamó mi atención la existencia de una importante diaclasa entre la casa y la era. ¿Es posible que esa fractura se haya generado con posterioridad a la construcción de una y otra? Eso nos podría dar una medida de la velocidad a que están generándose y creciendo las diaclasas. 

Fractura entre la casa de la Era y la propia Era (que queda detrás del observador)

Sin embargo, al consultar el famoso vuelo americano de 1956 (el primer reconocimiento ortofotográfico de la península) vemos que el aspecto de la zona era básicamente el mismo que en la actualidad.


Comparativa entre el vuelo americano (izda.) y la ortoimagen del PNOA de 2018 (dcha.)

Este tipo de procesos son los que explican (en combinación con otros), más allá de la propia capacidad erosiva del agua que fluye por el Júcar, la increíble anchura y encajamiento del cañón excavado por este río en un tiempo tan reducido, geológicamente hablando. Desde luego, este lugar tan solitario tiene una historia que merece ser contada.

Y hasta aquí nuestra aventura de hoy, escrita con la esperanza de que todavía haya lectores de blogs ahí fuera.


(Si este artículo te ha resultado interesante, considera la posibilidad de compartirlo)
Leer más...

miércoles, 10 de marzo de 2021

El Jurásico en Cortes de Pallás: los Charcos del Ral y el puntal de la Cueva Hermosa

Nuestro recorrido por la historia geológica de Cortes está casi completo. Tan solo nos queda por tratar un último episodio, el Cuaternario. Pero antes de afrontar los cambios más recientes en el paisaje de la región es necesario tratar una cuestión que ha constituido un interesante misterio en todos los estudios previos de la geología de la Cortes: ¿qué es del Jurásico? Cómo hemos tenido oportunidad de ver a lo largo de esta serie, a lo largo del extenso término municipal de Cortes de Pallás las rocas aflorantes son de una forma muy (pero que muy) predominante, mesozoicas. Como se recordará, el Mesozoico es una era de la historia de la Tierra que a su vez se divide en tres periodos: Triásico, Jurásico y Cretácico. Los materiales más antiguos, de edad triásica, afloran ampliamente a lo largo del saltwall del diapiro de Cortes, mientras que los materiales cretácicos son con diferencia los más abundantes: la sierra de Martes, la Muela de Albéitar y la de Cortes aparecen pintadas en el mapa geológico con los tonos de verde con los que se representa el Cretácico. Unos y otros han sido tratados en detalle en distintas entregas de esta serie. Ahora bien, ¿qué hay del Jurásico?

La extensión y naturaleza del Jurásico en la zona ha sido un objeto de interés desde el inicio de los trabajos en la zona. Es interesante ver cómo en la memoria del mapa del MAGNA I, publicado en 1960, los autores dedican un gran esfuerzo a la búsqueda del Jurásico. Ya en este mapa se describen un conjunto de dolomías tableadas grisáceas aflorantes sobre el conjunto del Keuper (unas facies muy comunes en la zona que han dado más de un quebradero de cabeza) que se solían etiquetar en la literatura como Supra-Keuper o Infra-Lías, sin estar clara su datación precisa. En cualquier caso, incluso si se hubiese tratado del Jurásico, parecía extraño que no hubiese más materiales de esta edad por encima de estos términos basales. Finalmente los autores de este mapa encuentran indicios del Jurásico superior en materiales procedentes de la excavación de uno de los túneles del canal que traía el agua desde Embarcaderos hasta el salto de Rambla Seca. Su deducción, que el Jurásico se encuentra en la zona por debajo del Cretácico, especialmente donde el Júcar ha excavado lo suficiente para exponerlo, parece de lo más lógica. Y así se muestra también el mapa del MAGNA II (publicado en 1980), aquí identificado, sin dudas, en pequeñísimos afloramientos en la base del cañón del Júcar, la mayoría ya sumergidos en el embalse de Cortes II ( pero todos ellos, salvo uno, fuera del término de Cortes). Estos materiales se dataron como Kimmeridgense, una de las épocas más tardías del Jurásico superior.

Así pues, la cuestión del Jurásico en Cortes no estaba cerrada en la cartografía disponible, y puede resumirse en los siguientes puntos:

  • Las dolomías que se encuentran por encima de los materiales del Keuper, típicamente de los yesos de la formación  Ayora, ¿tienen edad Triásica o por el contrario constituyen la base del Jurásico en la zona?
  • ¿Afloran en el término de Cortes materiales de edad jurásica que nos permitan conocer qué tipo de paisajes existían en la zona?
La primera pregunta no ha sido fácil de responder, existiendo diversas dataciones alternativas sobre estos materiales, que constituyen la formación Imón (en el ámbito de la codillera Ibérica) o Zamoranos (en el ámbito de la Bética). La última aportación al respecto se encuentra en un artículo publicado en 2017 por Ortí et al. que data este conjunto como Raetiense [1]. Si echamos un vistazo a la escala cronoestratigráfica veremos que esto lo sitúa como Triásico superior.


Sección de la escala cronoestratigráfica que cubre el intervalo representado en los charcos del Ral. 

Así pues, las posibilidades de "pisar" rocas jurásicas en Cortes se reducen más todavía, salvo que localicemos afloramientos no identificados hasta ahora. Recordemos que la cartografía oficial recoge tan solo un pequeño afloramiento al pie del puntal de Sácaras, ya bajo las aguas del embalse.

Ya desde el inicio de mi trabajo de campo realizado en este área (que describí en mi artículo anterior), esta cuestión estaba latente en el ambiente. Recuerdo comentar con Nacho Meléndez, al mostrarle la zona, lo llamativo de que el Jurásico no aflorase de forma más extensa, "porque estar tiene que estar". Y así tuve la suerte de topar con el Jurásico donde no se había encontrado antes, y como el trabajo mostró posteriormente, de forma mucho más extensa. El mapa que construimos muestra estos materiales aflorantes en el oeste del término municipal, en el límite con Cofrentes, en los sectores del Puntal de la Cueva Hermosa y El Barrancazo - Loma del Mojón. El siguiente mapa simplificado permite comprobar esto.


Mapa geológico simplificado del diapiro de Cortes de Pallás. Al oeste, en color azul claro y con la etiqueta J1, los materiales del jurásico.

Para conocer cómo era Cortes de Pallás durante el Jurásico nos vamos a situar en el icónico paisaje de Los Charcos del Ral - Cueva Hermosa. Posiblemente se trate de uno de los lugares más visitados y fotografiados de Cortes. En este lugar, la rambla del Ral se precipita en una serie de saltos que alternan con pequeñas pozas. 

Vista hacia el oeste de los charcos del Ral. Los materiales que forman los grandes escarpes a derecha e izquierda son calizas jurásicas.

Lo que observamos en los charcos del Ral es, en primer lugar, una secuencia de calizas y margas que se alternan rítmicamente. Pero para verlos hemos de aproximarnos allí desde el oeste, aguas abajo de los charcos (donde se situaba la antigua aldea del Ral de Arriba), o bien descender con mucha precaución hasta el último salto, que ya no es posible destrepar, para echar un vistazo desde allí hacia el curso bajo de la rambla.

Calizas tableadas con altenancia rítmica de margas de la formación Loriguilla en el margen norte de la rambla del Ral. 

Vista hacia el oeste, aguas arriba de la rambla del Ral. En primer término la formación Loriguilla. En segundo término, el cauce se encaja en las calizas de la formación Higueruelas. 

Estos materiales no contienen apenas fósiles, algo que no es sorprendente ya que es característico de la formación. De hecho, tan solo encontré un ammonites en el puntal de la Cueva Hermosa que por suerte permitió establecer la edad de estos materiales. Fijaos que en la roca sobre la que se apoya la lupa hay también una sección de un belemnites. Ambos fósiles son propios de ambientes de mar abierto.

Ammonites y sección de belemnites procedentes de la formación Loriguilla. Se trata de fósiles típicos de facies pelágicas, de mar abierto. 

Estas calizas y margas pertenecen a la formación Loriguilla. 

Hemos encontrado estos materiales en otros lugares y hemos hablado de ellos, por ejemplo, en el barranco de los Cuchillos, en Cheste.

Continuemos nuestro viaje en el tiempo. Por encima de esta alternancia de calizas y margas hay un conjunto muy potente de calizas blancas, en bancos bien estructurados en la base y con un aspecto masivo a techo. Estas rocas constituyen el sustrato sobre el que se asientan los charcos y es en las que  se abre la boca de la Cueva Hermosa. Precisamente en el límite norte del puntal de la Cueva Hermosa las capas aparecen espectacularmente plegadas.

Flanco del espectacular pliegue de las calizas jurásicas entre el puntal de la Cueva Hermosa y la Muela de Albéitar.  En el centro de la imagen, abajo, puede vislumbrase uno de los charcos.

La dureza de estas calizas hace que formen las  paredes verticales que hacen tan espectacular este paisaje. Se trata de las Calizas de oncolitos de Higueruelas. A diferencia de la formación Loriguilla, . Allí encontramos que estas calizas contienen una abundante fauna, básicamente de braquiópodos, bivalvos y en algún caso incluso algún ammonites. 

Colección de braquiópodos de la base de la formación Higueruelas. 

Secciones de ammonites en la base de la formación Higueruelas. 

Pero el afloramiento más interesante de esta formación está, sin dudas, en la ladera de la muela de Albéitar. Aquí, en el punto del que parte el sendero que desciende a los Charcos, encontramos la única sección en la que es posible observar de forma continua los términos superiores del Jurásico, el techo de la formación Higueruelas y los materiales basales del Cretácico.

Sección del Jurásico superior, formación Higueruelas, en la ladera meridional de la Muela de Albéitar. Arriba a la izquierda el vial del  PENVA.

A diferencia de lo que vimos en el Puntal de la Cueva Hermosa, aquí encontramos evidencias de un medio de mayor energía. Fragmentos de corales ramosos y conchas de bivalvos, y algunos rudistas más o menos enteros.

Fauna fragmentada de la formación Higueruelas. Destaca la sección de coral señalada por el dedo.

Sin embargo, el rasgo sedimentario más característico, sin ninguna duda, son los niveles de calizas oolíticas y pisolíticas intercalados en la secuencia.

Este tipo de rocas están integradas por unos cuerpos subesféricos formados por la precipitación de carbonato cálcico sobre un núcleo que puede ser un grano de arena, un fragmento de concha, etc. Su formación se da en medios energéticos, poco profundos, agitados por el oleaje. Son, por tanto, un buen indicador paleoambiental. La diferencia entre un pisolito y un oolito es su tamaño, teniendo los primeros un diámetro superior a 2 mm y los segundos inferior a esta medida. El ejemplo típico de ambiente de formación actual son las costas de la plataforma de las Bahamas. 

Nivel estratigráfico reconocible en toda la zona con abundantes pisolitos. 

Caliza con secciones de oolitos/pisolitos. 

Y como ya hemos dicho, lo mejor de esta sección, y lo que la hace tan interesante, es que es la única en la que es posible ver el techo del Jurásico y el tránsito al Cretácico suprayacente. El contacto se produce por medio de una superficie rubefactada, un hardground ferruginoso. Por encima de esta superficie, bien visible junto al punto donde se dejan los coches para bajar a los Charcos. La base del Cretácico está representada por unas arcillas margosas y margas con intercalaciones calizas. 

Nivel rubefactado que señala el techo del Jurásico en Cortes.

De forma natural, el vial del PENVA de las aldeas, que recorre la ladera de la muela de Albéitar y pasa justo por este punto, aprovecha este nivel ferruginoso como base, aprovechando para el desmonte las más fácilmente excavables margas cretácicas.

Margas y calizas de la formación Contreras en la Muela de Albéitar. Constituyen la base de Cretácico en la zona. El vial del PENVA aprovecha el contacto entre Jurásico y Cretácico en su trazado.

Estas calizas y margas pertenecen a la formación Arcillas de Contreras, de edad barremiense. Tienen un carácter marino, aunque no siempre abierto, y entre las margas y arcillas hay intercaladas barras de calizas calcareníticas en las que se pueden observar ostrácodos y gasterópodos de pequeño tamaño, además de otros restos de fauna. 

Fragmento de ostreido encontrado en los niveles margosos de la Fm. Contreras. 


Ostrácodos y pequeños gasterópodos de los niveles calcareníticos de la Fm. Contreras vistos a través de la lupa x10. 

El buzamiento de las capas en combinación con la pendiente del vial hace que, si lo recorremos hacia el oeste, siguiendo la cuesta, vayamos encontrando materiales cada vez más jóvenes, recorriendo la secuencia estratigráfica. En primer lugar, sobre las calizas y margas de la formación Contreras encontramos un nivel de margas amarillentas con abundantes orbitolinas, un tipo de foraminífero. 


Nivel de acumulación de orbitolinas en la base de la Fm. Caroig. 

Y a continuación aparecen unos potentes bancos calizos en los que es posible reconocer abundantes secciones de rudistas; auténticos bancos generados por estos organismos, que en el Cretácico eran los principales formadores de bioconstrucciones superando a los propios corales.

Secciones de rudistas de los bancos calizos de la Fm. Caroig. 

Se trata de las facies urgonianas típicas de la formación Calizas con rudistas del Caroig, de edad Aptiense. Esta formación presenta en la zona dos potentes escarpes asociados a niveles calizos, separados por un nivel intermedio de carácter detrítico. Es la siguiente fotografía, tomada desde la ladera de la Muela de Albéitar, es posible apreciar el primero de ellos. De hecho, a lo largo del vial es posible estudiar una sección muy interesante y representativa del Cretácico inferior en la zona. Y lo que es más, esta ladera de la Muela de Albéitar es la única que nos permite contemplar de forma casi continua la secuencia Jurásico-Cretácica en Cortes. 

Vista completa de la base de la sección meridional de la Muela de Albéitar donde puede observarse el contacto entre el Jurásico y el Cretácico. Es el único lugar en el término de Cortes donde puede encontrase este contacto. 

Y una vez vistas las rocas, es el momento de leer en ellas la historia de los paisajes en el territorio que ahora es Cortes de Pallás en el Jurásico. 

Nuestro punto de partida se sitúa en el final del Triásico, en las ya conocidas dolomías de la formación Imón/Zamoranos. Estos materiales afloran actualmente como espectaculares crestones rocosos en el relieve, como por ejemplo en Rambla Seca, donde los ingenieros los utilizaron como base para el apoyo de las dos conducciones que comunicaban el canal que traía el agua desde Embarcaderos con la cámara de turbinas de la central.

En Rambla Seca las antiguas conducciones que conectaban el canal con la cámara de turbinas aprovecha el crestón verticalizado de las Dolomías de la Fm. Imón/Zamoranos. 

Ya hemos estudiado la formación Imón/Zamoranos en otros artículos. Esta formación representa los depósitos de plataforma carbonatada asociados al pulso transgresivo que pone fin al Triásico en el Este de Iberia. El mar avanza sobre los depósitos evaporíticos del Keuper y los materiales que hemos visto representan los ambientes costeros someros de las orillas de ese océano (el Thetys).  En esta época se ubica en el margen de la isla que constituye el macizo ibérico, en la costa de la plataforma que cierra el Thetys por el Este. Estas rocas son la evidencia de la continuación del proceso de rifting que acabará por romper Pangea, extendiendo el océano de Thetys hacia el Oeste (algo que se está repitiendo en este momento en el este de África). Podéis echar un vistazo a los materiales del Kueper en Cortes de Pallás aquí.

200_Jur_EurMap_sm
Reconstrucción paleogeográfica de Iberia y el este del Tethys en el Jurásico inferior. La estrella marca la posición de Cortes en el margen de Iberia.  Fuente: Colorado Plateau Geosystems.

Los materiales que encontramos a continuación son los de la formación Loriguilla, en contacto mecánico habitualmente sobre el Keuper. Aparentemente no ha habido deposición en la zona de materiales jurásicos previos, lo que sugiere que este territorio se encontró emergido hasta casi el fin de este periodo. Hace unos 150 millones de años la mayor parte de lo que será la península está cubierta por un mar somero y cálido. Sólo la parte más occidental de ésta, el Macizo Ibérico, constituye tierra emergida, a modo de isla. Según la interpretación que se da a la formación Loriguilla, el material movilizado por tormentas es transportado en suspensión mar adentro y depositado por corrientes no turbidíticas en un ambiente de plataforma externa. La repetición de este proceso da lugar a los ciclos que se ven en las rocas, de los cuales la base lo constituye la capa centimétrica, de mayor contenido detrítico, seguida por los bancos decimétricos de calizas. En este sentido, la deposición es episódica pero cada uno de los ciclos es rápido, no suponiendo un intervalo de tiempo largo de deposición lenta sino más bien lo contrario.

Reconstrucción paleogeográfica de Iberia en el Jurásico superior. La flecha indica aproximadamente el área de estudio. Fuente: Colorado Plateau Geosystems.

Durante el final del Jurásico se produce una retirada paulatina del mar. Esta somerización se manifiesta en la presencia de evidencias de medios de mayor energía: fósiles de ambientes costeros (corales, bivalvos y gasterópodos en lugar de belemnites y ammonites), fragmentados, y sobre todo los pisolitos y oolitos, producto claro del oleaje en la costa. (es interesante observar que este periodo regresivo es contemporáneo con los importantes yacimientos de dinosaurios del interior de Valencia, Castellón y Teruel, como han mostrado dataciones recientes [2]).  Esta ilustración, tomada de [2], permite echar un vistazo a estos paisajes del este de Iberia durante el final del Jurásico.

Reconstrucción idealizada de los ecosistemas de dinosaurios del Jurásico Superior del este de la Península Ibérica. Tomado de [2]

Este proceso regresivo culmina con la formación del hardground ferruginoso del vial del Penva en los charcos del Ral. Un nuevo periodo de emersión es seguido por un nuevo episodio trasgresivo con el depósito de las calizas y margas de la formación Contreras, del Cretácico inferior, que presentan también un carácter marino somero.

Así pues, a modo de resumen, podemos ver como también el el Jurásico Cortes se encontraba en el margen de Iberia, en la costa, como ya pasó en el Triásico y seguiría siendo durante todo el Cretácico, siendo en este momento cuando se registran los ambientes marinos más profundos que podemos ver en las rocas de la zona, correspondiendo con la Formación Loriguilla. Para descubrir como estos materiales marinos acabaron plegados tan espectacularmente para formar el paisaje actual de los Charcos del Ral, podéis echar un vistazo a este artículo.

A partir de aquí la historia durante el Cretácico inferior por encima de los materiales barremienses y aptienses descritos en el Ral, y la hemos contado en este artículo: El Cretácico inferior en Cortes de Pallás.


[1] Ortí, F., Pérez-López, A. and Salvany, J. M. (2017). Triassic evaporites of Iberia: Sedimentological and palaeogeographical implications for the western Neotethys evolution during the Middle Triassic–Earliest Jurassic. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology471, 157-180.

[2] Campos-Soto, S., Benito, M. I., Cobos, A., Caus, E., Quijada, I. E., Suarez-Gonzalez, P., ... & Alcalá, L. (2019). Revisiting the age and palaeoenvironments of the Upper Jurassic–Lower Cretaceous? Dinosaur-bearing sedimentary record of eastern Spain: implications for Iberian palaeogeography. Journal of Iberian Geology45(3), 471-510.



[Si este artículo te ha resultado interesante, considera la posibilidad de compartirlo]
Leer más...